Durante su construcción, la torre Eiffel fue muy criticada por los artistas locales, catalogándola de “monstruosa” y “esqueleto gigante falto de gracia”, entre otros calificativos despectivos. Sin embargo, Gustave Eiffel (su diseñador) creía fervientemente en su proyecto y lo defendió. Así fue que luego de más de dos años de trabajo, la torre fue inaugurada en 1889 para la Feria Mundial de la Exposición Universal, conmemorando el centenario de la Revolución Francesa.
Inicialmente la torre fue creada para existir 20 años, pero Gustave Eiffel ideó un plan para utilizarla de laboratorio científico y así extender su vida. Tan sólo un día después de la inauguración, instaló un laboratorio meteorológico en la tercera planta que dio comienzo a una serie experimentos que se llevaron a cabo en la torre, convirtiéndola en el gran ícono de la ciudad.
La torre Eiffel es el monumento de pago más visitado del mundo, con casi 7 millones de visitantes al año.
Inicialmente la torre era de color cobrizo y luego de una década fue pintada de amarillo, pero con el correr de los años la fueron oscureciendo hasta llegar a la tonalidad marrón de hoy. Para su conservación, la torre es pintada aproximadamente cada 7 años y aunque parezca de color uniforme, tiene 3 tonalidades que van degradándose para acentuar el punto de fuga.
Para dar comienzo al nuevo siglo, el 31 de diciembre de 1999 se iluminaron 20.000 bombillos, que desde entonces centellean durante 5 minutos, cada comienzo de hora, desde la puesta de sol hasta la 1 am.
La torre Eiffel es uno de los monumentos más conocidos y más imitados del mundo. No podría explicar bien a qué se debe el magnetismo, pero una vez cerca de ella, te cautiva y te enamora.
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